Trabajar de forma inclusiva en el aula es una de las claves de la educación de calidad, algunas de las pautas que se pueden seguir son las siguientes:
- Conocer a los alumnos y alumnas. Los profesores
deben tomar el tiempo que sea necesario para conocer al alumnado
considerando a cada persona como un individuo con sus particularidades.
Los juegos, las preguntas y la observación son básicas para alcanzar ese
conocimiento.
- Uso de métodos más activos. Otra clave
consiste en el uso de actividades que fomenten un pensamiento crítico, de
forma que los alumnos y alumnas se planteen problemas y soluciones, es
decir, se hagan preguntas sobre el mundo que les rodea. En definitiva, se
trata de poner el foco en que todos los estudiantes intervengan.
- Evaluaciones diferentes. Si el
aprendizaje es diferente, la forma de evaluar también debe serlo, de manera
que se consideren las particularidades de cada niño y niña.
- Propuestas de los niños y niñas. La educación
inclusiva debe apostar por dar la iniciativa de las
actividades que se realicen en el aula a los niños y niñas, de forma que
sean ellos los que dirijan su propio aprendizaje.
- Metas medibles y que supongan un reto. Los profesores
deberán plantear objetivos se sean complicados de alcanzar, que supongan
un reto para los alumnos, pero que no sean imposibles.
- Aplicación de la Teoría de las
Inteligencias Múltiples. Howard Gardner sostiene que no existe un
único tipo de inteligencia, sino que existen varios y en el aula es
necesario valorar cada una de esas inteligencias para potenciarla.
Nuestro objetivo debe ser que todos
los niños y niñas acudan a la escuela y puedan terminar, como mínimo, la
educación primaria, pero además, queremos que esa educación sea de calidad e
inclusiva. En definitiva, queremos dar a todos los alumnos y alumnas la
posibilidad de tener un futuro mejor, que puedan salir de la pobreza y
disfrutar de una vida plena y feliz.
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